He estado intercambiando correos electrónicos hace un tiempo
con el poeta y escritor español Manuel Lacarta, quien publicó en 2012 su
obra Así es la vida (que pueden leer online en
este link) y también recientemente
Margot en la Plaza de Castilla.
Buscar la inspiración, ser escritor en estos tiempos y como sobrellevar la escritura son algunos de los temas que muchas veces tocamos, pero esta vez decidí condensarlo todo en una pequeña entrevista virtual, que pueden leer a continuación aquellos interesados en cultivar esta vocación tan bonita y ardua.
MANUEL LACARTA.- Yo no tengo en eso una postura activa; las más
de las veces, me dejo llevar, convencer. La motivación es siempre externa a mí.
Casual. Nunca buscada. Me muevo en el terreno de los hallazgos. Acepto que para
ser escritor hay que tener una sensibilidad especial, particular; fuera de eso,
se dan días buenos y días malos. Momentos tontos e instantes deliciosos. Pero,
yo tengo pereza a buscarlos. Los unos y los otros. Vienen o no vienen.
¿Cuántas horas al
día dedicas a escribir? ¿Tienes alguna rutina especial para ello?
M. L. – Soy
bastante trabajador, sí; pero no un oficinista. Cuando estoy con un libro, en
un libro, me absorbe por completo. El escribir jamás me resulta rutinario. De
serlo para mí, no lo haría.
¿Cuáles crees que
son las habilidades que debe de tener un escritor, además de talento?
M. L. –Yo no hablaría de habilidades. Es necesaria
una buena formación de base. La mayoría de los libros que se publican están,
simplemente, mal escritos. Son de escritores que ignoran algo tan básico como
saber redactar. Hay además que leer mucho; vivir, un poco. Reflexionar. Esas
cosas. El talento es un añadido.
¿Crees que aún hoy
en día es posible vivir dedicado solamente a escribir?
M. L. –
Dificultoso. Sin duda, supone en lo personal una apuesta arriesgada.
Algunos escritores
sufren un bloqueo. ¿Te ha pasado alguna vez? ¿Recomiendas algo para solucionarlo
o evitarlo?
M. L. –Eso ya lo
hemos hablado tú y yo, Camila, fuera de aquí.
En la tarea de escribir, hay muchos momentos de vacío. Yo mantuve un
silencio de más de veinte años entre 34 posiciones para amar a Bambi y El tipo
del espejo. Cierto que escribí y publiqué otras muchas cosas, pero no
poesía. Cuando no hay que estar ahí, ¡pues no se está! Lo absurdo es querer
asomar por la ventana. No es imprescindible ser escritor ni escribir. Poeta ni
publicar. Lo más lamentable es obnubilarse. Se cae en la obsesión. En un pozo.
¿Cómo piensas que
se pueden atrapar más lectores (especialmente de poesía) cuando la mayoría de
las personas no tienen el tiempo para leer o, si lo tienen, lo dedican a otro
tipo de entretenimiento?
M. L. –Me da miedo
eso. Tender una red para pescar lectores. Especialmente, de poesía. Aunque
supongo que para que para que la gente lea, hay que enseñar a leer y motivar a
la lectura. Sin imponer, claro. Desde la escuela. No es, por supuesto, un problema del escritor. No debe de serlo.